Victor Florez

Enamorado de la soledad.

Soledad;

pérfida y fría amistad

que has de acompañarme

hasta el esperado día,

en que mi corazón,

sin fuerza ni impulso,

deje de latir y bombear

el rojo licor;

hasta el esperado día,

en que mis pulmones,

sin fuerza ni impulso,

dejen de estropear

el oxígeno puro.

Campanas pías,

campanas católicas

chocan con el agnosticismo

justo al momento

en que su sonido,

ensordecedor y violento,

roza con los pequeños huesos

en el interior de mis oídos.

¡Vaya imbécil!

Creer siquiera que es amor,

si tan solo son unos ojos hermosos,

pero... ¡Me miran con lástima!

Al igual que el resto

de ineptos simios,

evolucionados, eso si,

que hay en este lugar;

miralos... su mirada,

penetrante y jueza de tormentos,

dice: \"Pobre borrachín\".

¡Pero pobres son de espíritu ustedes!

Yo estoy enamorado,

si, enamorado

de mi fracaso,

de mi mente revuelta,

de esos ojos,

de la humanidad.

Esos seres extraños,

confusos y profundos,

que confunden inútilmente

el sexo, con el amor;

un beso, con una caricia;

y las palabras; con banales sentimientos.