Siento pena de mi alma
que sola queda en el andén.
Siento frío en mis entrañas
cuando oigo el silbato del tren
que indica el inicio de tu viaje,
y el fin contigo también.
Clamo al cielo respuestas,
que escupa y cale mi alma
al abrigo de tu ausencia.
Debo marchar pero no puedo,
mis pies clavados en el suelo
del desaliento, de ese andén vacío
y desangelado, en noche cerrada,
en amargo respirar del rancio aire
que solo el desamor y el abandono
deja en el envase de mi cuerpo.
Tiro la toalla al río que da a la mar.
Lleva consigo lágrimas de tu memoria
que con agria hebra hilvanó.
Sangra la herida de la envenenada aguja,
tocado en la linea de flotación.
Merma el aire en mis pulmones,
vacía el alma y el corazón.