A las doce,
y media de
la madrugada,
B, consiguió
desvelarse.
Una llamada,
inoportuna.
Alguien que
marcó mal
el número.
Había dormido,
las primeras
dos horas,
más profundas,
y no tenía
sueño.
Afuera,
frío y lluvia.
Decidió,
levantarse,
y prepararse
café.
Convidó al
sereno, en
su desvelo...
Y este, que
era bien
parecido,
le importunó,
también
diciéndole
-¿Qué raro,
una mujer,
tan bonita,
sola?-
Y esta no
tuvo mejor
cosa, que
estamparle
un beso,
para que dejara
de decir,
tonterías.