Matilda
Como una sombra
En esta ciudad cuyas calles he gastado de tanto andarlas con mis pies cansados,
intento dejar huella en cada recodo, en cada portal,
huella que se diluye y se pierde sin dejar rastro de mi penitente deseo de hallarte
en cada paso andado,
siendo cómplice la luz mortecina de la ciudad que ahoga mi verso de amor entregado,
calles que de tanto ser andadas mi voluntad han subyugado al anegar de soledad
mis sueños más amados,
bajel a la deriva es este corazón mío derrotado, sin tu huella, sin tus pasos…
En cada portal tu presencia imagino, en cada sombra transeúnte de esta ruidosa urbe
que etérea se diluye entre anónimos caminantes,
tu figura me es esquiva, yo las calles andando en procura del encuentro con tus besos,
tu en sentidos opuestos, acertijo que no defino,
encuentro y desencuentro en pueblo chico:
¡he aquí que ansiando estoy del relicario de tus besos!
¡he aquí que con la ausencia de tu boca mis sentidos embriago!
Nómadas mis sueños son en esta urbe de plata y cristal cobijada de cielo
fría como la luna en naciente,
nómada en tu piel, en tu boca y tu cuerpo, asceta de tus besos
como habitante de tu silencio muero
cuando al amparo de tus deseos, hurto de tu boca los besos
para luego perderme en la oscuridad de tus noches,
bajo este oscuro y negro cielo.
Ciudad habituada está a la servidumbre de mis pasos que a diario van
en pos de los tuyos,
ciudad que multiplica sus calles,
laberinto de mis anhelos donde sucumben resignados todos mis sueños.
He aquí que en mi caminar por esta ciudad amada, como una sombra transito,
buscando al dueño de la palabra
aquella que de amor versaba,
hoy, ya no escucho tus palabras, hoy suenan lejanas en esta interminable nada…