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BUSCANDO EN LA OSCURIDAD
Apuró su cerveza y echó otro vistazo hacia la puerta local. Nada. Nadie. Lo que quedaba entre sus dedos ya era una colilla apurada y apagada. Volvió a mirar la hora: pasaban 40 minutos. Marcó de nuevo. Otra vez el buzón de voz. Se sintió ridículo. \"¿Cómo he podido volver a caer?\", pensó.
Era la tercera vez que trataba de quedar con la que años atrás fue su mejor amiga. La tercera vez que salía a beber un par de cervezas... solo.
Pagó y salió a la calle. Rumbo a su casa, trato de alargar el camino: respirar la noche y observar las personas que se sonreían, susurraban y besaban. Se sintió ajeno a todo.
Al cerrar la puerta de su casa, ahogo el ruido exterior. Se desnudo en el baño, amontonando la ropa llena de nicotina en el suelo, para que el olor se quedase ahí. Abrió el grifo y se puso bajo el chorro dejando que el agua fluyese a su antojo, rindiéndose a él.
\"Los amigos van y vienen\", pensó. \"¿Tendrá todo el mundo un potencial difícil de amistad?, ¿o solo yo?, se preguntó.
Salió de la ducha y agarró una toalla. Desde el suelo, de entre el montón de ropa, sonó el celular, Un mensaje: \"lo siento. Llego muy cansada. Me quedo en casa. Te llamo\".
Se asomó a la cuna. Plácidos ronquiditos y un charquito de baba en la pequeña almohada. Posó los labios sobre la frente del pequeño. Luego se acercó a la cama, tanteándola en la penumbra. Ella roncaba más fuerte. Los mismos ronquidos que llegaron a molestar en otro momento ahora reconfortaban. Se abrazó a ella, muy fuerte y cerró los ojos.