Adolfo Cano

Y EL SE QUEDO QUIETO

 

Por la calle caminaba

Desprevenido y tranquilo

De un golpe certero,

En el cuello,

-¡Madre!-

Le hicieron besar el suelo.

 

De la calle dura. De la calle muda.

¡Ay! Madre

Recibí en todo mí ser,

sus rápidos estertores,

Su frio y su palidez.

Todos con él

-¡Madre!-

Todos nos quedamos quietos.

 

En la calle dura. En la calle muda