sobre un corcel va un jinete
cabalga sin rumbo, perdido
que lo están siguiendo, el siente
gotea sangre de su brazo, está herido
entre tinieblas el suele vagar
pues la luz molesta su vista
a un pueblo el trata de llegar
como amuleto leva un cristal amatista
aquel bello corcel que lo carga
parece ser que tiene los ojos colorados
el jinete tiene una sensación muy amarga
y entre hierbas con espinas están atrapados
-¿los has visto?-me pregunta un nativo
-si- le respondo confundida
-hubo un tiempo en el que él estuvo vivo,
ahora su alma penando se encuentra, perdida-
-así es, es un fantasma vagando
por el camino de piedras y espinas
su muerte anda vengando-
-¡ten cuidado! si lo encuentras mientras caminas-
se cuenta que lleva un sable escondido
y cuan do menos lo piensas, te atraviesa
no sabe quien lo mató, está confundido
es por eso que matar a cualquiera no lo piensa
tengo que ir en busca de él
para acabar con esta maldición
pues murió de una forma cruel
pero matar a inocentes no es la salvación
allí viene, escucho las pisadas del corcel
el jinete tiene una capucha oscura
la piedad no existe para él
puedo ver mi muerte futura
de repente siento frío en mi corazón
tirada sobre la hierba lo miro mientras se aleja
de su muerte nunca supe la razón
y sin sangre en mi cuerpo, su sable me deja
-no te vayas jinete- matar a todos no te servirá
tienes que mirar la luz incandescente
solo así la paz encontrarás
aunque yo morí siendo inocente.
Gladys Sarai Hernández Ruiz.