POBRE HOMBRE
Una noche paseando por las calles
encontré a un hombre que limosna pedía
acercándome a él le he preguntado
cuántos días tenía que no dormía.
La pena fue tan grande que se sintió un silencio
y las lágrimas caían por sus grises mejillas,
me dijo que por días no había tenido
ni cama, ni comida.
Hablé con él por tiempo indefinido
le pedí que su historia me contara
y lo escuché como dos viejos amigos,
mientras sus lágrimas tristes enjugaba.
Me contó que una noche trabajaba
y en su hogar lo esperaban su mujer y sus hijos
cuando regresó de su trabajo
un fuego consumía la casa entera,
solo él pudo salvarse de las llamas
que quemaban todo como fiera
y salió deambulando sin rumbo,
sin familia y sin saber quién era.
Ha pasado ya un tiempo y
desde entonces, el pobre hombre
camina por las calles y duerme dondequiera.
Anahilda Garcia