Aire fresco,
aroma fantasmal,
brisa magna,
presencia macabra;
detestable escolta
de vaga presencia,
despiertas mi vileza,
ahogas la calma,
la fría escoria
que hay en mi mente
ya perturbada e inquieta.
Palabras incesantes
que emanan de tus labios
como sonidos aberrantes,
turbias llegan a mis oídos.
Luego, te vas;
luego, me voy;
luego, vuelves;
luego, yo no.
Maldito espíritu,
que en la soledad
me atormentas más.