Lunes, Abril 27, 2009 7:01pm
Al Puerto de los Deseos arribe un día a predicar del amor y la rebeldía a llevarle pósimas, a vender corazones y sentimientos en cajones. Todos adquiridos en un viaje, indefinido, perdido en el tiempo en el bosque de los sentimientos. Donde una Bruja* con aspecto sereno, encendió una llama y de beber me dio veneno del bueno. Cuerpo adicto a esa luz a ese suero, que me llena pero siento que muero. Ahora antídoto necesito para el corazón y dije a la Bruja* se lo canjeo por mi canción, ella abrió los ojos y me llevo sin explicación.
Casi moribundo me dio un carruaje llenos de ingrdientes para el amor, corazones y un brebaje. Y me dijo: mi veneno no fue lo que destruyó tu corazón sino que te desperto del sereno de este bosque traicionero que vuelve prisionero al que escuche sus pregoneros. Se mi mensajero para los habitantes de los Deseos porque he leído bendiciones en lo que veo. Que no se acerquen a este bosque, que pongan letreros y postes, que en su escritura diga "aqui vive una hechizera pregonera" como advertencia a los viajeros del mundo entero para que no caigan en este bosque traicionero. Aunque vivo salí de aquel lugar mi corazón pide poder regresar porque moribundo sigo y mis ojos han sido testigos de la belleza de sus hechizos y sus posiones porque ese carruaje lleno de corazones y sentimientos en cajones es producto del cantar de mis canciones. Y en la lejanía escucho la melodía de lo que escribí aquel día.
De todos los habitantes del Puerto de los Deseos me despedí y en su bahía lanzando una moneda pedí que me concedieran volver a mí, al bosque traicionero, porque por sus cantos yo me quemo y no le temo a morir por su veneno. Bruja* querida mas bien sería en mi una herida suicida el escucharte cantar y no poder verte el resto de mi vida...
Noktambulo...