En la llanura infinita,
Esta la dama de blanco,
Que adorna con majestad,
Y delicados encantos.
Volando por los esteros,
Con su elegante figura,
Allá va la garza blanca,
Contemplando la llanura.
Enamorada de un garzón,
Con la pasión recorría,
Cielos, sabanas, senderos,
Y su romance escondía.
Sintió el amor en sus alas,
La fuerza de ser querida,
Ese galante garzón,
Aquel amor le fingía.
Desdicha invade su alma,
Por otra garza aquel día,
El garzón dejó el estero,
Llegando la melancolía.
Llena de pena y dolor,
Ahora reposa los días,
En palma con matapalo,
Vive triste y sombría.
Con recuerdos de traición,
Y en el corazón la ruina,
Vive la Garza blanca,
Por esa triste partida.
Conociendo la traición,
Compañera de llanuras,
Se me parte el corazón,
Al contemplar su figura.
Deja atrás aquel dolor,
Mi dulce dama querida,
Levanta de nuevo el vuelo,
El amor volverá un día.
Los esteros de mi llano,
Esperan por tu simpatía,
Para darte más historias,
De esperanza y alegría.
Vuele Vuela, dama blanca,
Deja la melancolía,
Con el nuevo amanecer,
Renacerás, alma mí.