Era su vida
una etérea
pompa de jabón,
que se deshacía
muy despacio,
arrastrada dulcemente
y en su monotonía,
por la brisa del mar
Abril florecía,
en la playa de San Juan
y los lirios de nácar
abandonados en su melancolía,
lloraban...
sus entristecidas congojas,
a la orilla del mar
y entre las rocas
de la playa
y en abatida soledad,
se respiraba entre silencios
olas de fría plata
con triste sabor a sal.