Desgranando la noche
pasas sobre mi techo,
dejando caer las
estrellas a tu paso,
cruzando rauda
para que no te toque,
para que no te bese
ni con el pensamiento.
Un día he de alcanzarte
fugitiva luz de melancolías,
un día te atraparé en una
fina red de niebla,
invisible y poderosa.
Entonces, serás mi mariposa,
mi colibrí azul libando néctar
en el jardín de la memoria.