De estar con ella ha llegado el momento.
Asistir su lumbre para mí es un honor y un gusto
de amor y complacencia son sus reglamentos
para disfrutar de todos sus atributos
Su desnudez me cautiva, y me motiva
a satisfacer sus deseos y necesidades íntimas;
con el elixir de mi boca empiezo a enamorarla,
mi vigor y mi fragancia por su piel se derraman.
Llamas de pasión arden en el lecho,
su calor y su aroma encienden mis sentidos,
con mucho ímpetu me aferro a su pelo
y sigo mi faena con un tacto exquisito.
Cada parte suya es un jardín en primavera
y también es una hoguera que de goce quema.
Sus caricias, sus susurros, sus besos en mi cuello
me convierten en un corcel de fuego.
Los antojos, los impulsos, la libido se expande.
Las neuronas, la sangre y el deseo nos aplauden.
El fragor de mis labios invade sus senos
y mis falanges: propulsores de sensaciones
que recorren todo lugar que causa emociones.
De amor, placer y excitación es la escena,
los deseos íntimos se diluyen en suspiros.
Mi lengua se arquea, se trepa, se enreda
y en su órgano preferido se ha convertido.
Mis labios con delicadeza y supremacía
se deslizan hacia abajo y hacia arriba.
Su triángulo púbico se ha revestido de dicha
y percepciones de placer y de lascivia.
Forman una estampida de deseos anhelados
en las praderas de su vientre apasionado.
Mientras voy descendiendo soy un volcán ardiendo.
Un universo de emociones estamos sintiendo
y con tinta orgásmica ella firma la proclama
donde me asegura que le encanta
que yo sea su danza, su lanza y su balanza.
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