LAS GAVIOTAS Y EL MAR
El mar y las gaviotas
conjugaban un verbo fascinante,
las montañas, las olas y las nubes
brillaban con el sol
que apareció, calentando
las hojas de los árboles.
La música llega a mis oídos
dejada por el mar
de espuma blanca.
No duermo, no respiro,
solo escucho el rumor
de gaviotas y viento,
y las olas que
rompen con las rocas
el murmullo del tiempo.
Los pájaros se acercan
y descansan conmigo.
Otro día que llega
me levanto en silencio
y desde mi ventana
veo todo lo bello,
las olas que regresan
buscando algún amante
enterrado en la arena,
o acariciando el rostro
de una roca sedienta.
Yo respiro profundo,
el aire por los poros
recorre todo el cuerpo
y mis ojos despiertos
miran en lontananza,
las hojas de los
árboles que se mecen
con el canto del viento.
Anahilda Garcia