Para que no exista el remordimiento del adiós
quiero vivir lo que me queda de mi existencia
cada mañana cuando despierto, sin soñar
sin recuerdos, sin que el tiempo se paralice
desafiando los días y las noches,
con biombos, tambores, como noches de carnaval
sin sufrimiento, con alegría y risa,
sin inventar lo que ya se ha inventado,
sin callar lo que he guardado
sin preguntar lo que nunca he respondido,
aprendiendo lo que nunca he aprendido.
Cada hora desde que amanece y anochece,
sin hacer nada y desear nada,
sin nada de lo que no pueda a llevar al otro lado.
correspondiendo a ella que existe y me ha elegido,
en cuerpo, sin que yo haya inventado nada,
que me arrulla en el preludio día
sin hacer preguntas,
que me acaricia con sus besos
y me baña con su risa.
Y el tiempo que me queda
amar su risa y su cuerpo arrugado
coqueteándola todos los días con flores
a esta frágil mariposa
que resplandece con sol.