Quizás fue un capricho del destino
el que llegaras a mi aquella tarde
yo iba roto derrotado en mi camino
llorando por mi tan triste suerte
Igual que llora la luna al ocultarse
yo vagaba por el valle de la muerte
viendo de mi alma las sombras adueñarse
por que ya nunca más podría yo soñarte
Postrado de rodillas recé una oración
súplicandole al Señor paz y perdón
de repente sentí una muy bella canción
sonando en todos y en cualquier rincón
Caminabas entre las sombras de la noche
una brisa suave te arrastraba hacia mi
yo sentí en mi corazón nada más verte
que nunca nunca ya podría yo vivir sin ti
Hoy caminamos los dos cogidos de la mano
con ese cariño tan bueno tan grande tan sano
que me entregas por completo sin importarte nada
pues dérrites mi alma con tan solo una mirada