Lo primero que vi fue ese color anaranjado de tono rojizo.
Luego hojas cafés obstruían mi visión.
No podía moverme, estaba atado al tronco del árbol por una extraña telaraña.
Mi boca estaba cerrada por hilos y clavos diminutos.
Solo me quedaba escuchar las carcajadas y ver naturaleza sin cesar.
Todo se ponía morado.
Búhos y otras aves cantando.
Me dolía la cabeza y sangre escurría de mis fosas nasales.
Al final, cayó algo en mi cara y no era una hoja seca de árbol.
Era una carta tuya.
El cansancio volvió, por lo que cerré los ojos.
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