Estaba la flor
perfumando contenta
y llegó el chaparrón
y acabó su fiesta.
Sus pétalos mojó
y opacó su brillo,
ese chaparrón
es bien atrevido.
Ahora la flor
no está perfumada
y seca con el sol
su cara mojada.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela