Una mirada, un deseo, como fuego artificial es algo efímero y ligero a la vista del más ciego, que por alma del más bueno se dejó guiar.
No lo deseo, pues no lo veo, es imposible de alcanzar con la mirada del tonto el deseo de amar, ha de ser firme, seguro y fácil de oír, pues escuchar a la persona es el camino a seguir.