Costilla mía, amada, separada.
Anhelo tu blanquecina figura,
vacío en mi ser una vez desprendida.
Te recobraré y fundiremos como un todo.
Vago por la vida sin ella
el destino como escalinata de cerros
avalancha la nieve sobre su huella.
Sólo su aroma inclinado por el viento siento.
Quiere mi cuerpo acariciarla, blanquecina, lisa.
Sin mi carne se encuentra desnuda
y mi mente la idolatra,
mas permanece fugitiva de mi pecho.
Su estela merma, le pierdo pisada.
Mi sol interno, grana, mira de reojo
pasa esquiva serpeando mi vida
tono acongojado de llovizna repentina.
¡Vuelve, vuelve para complementarme!
caigo en nuestro lecho senil, atribulado.
Te desprendiste ocasionando una herida
se desangra como óxido en el hierro.