Cuando cerramos nuestros ojos y percibimos ese mágico aroma impregnado en nuestra memoria al levantarse de noche, con la luna elevada a su máxima potencia, de planta resplandeciente, suspiras tan fuerte que transpiras el alma dejándola colgada en la ventana, escuchando su reflejo perpetuo mientras la plata invade tu cuerpo y remplaza tu esencia dejándote un hueco anidado en medio del pecho frio, lleno de tantas dudas, preguntas y nostalgias, elevándote en sueños transmutados.
Solo puedo observarte en las sombras, seria bondad de mi parte poder tomar tu alma y dejarla libre, tu castigo sería un placer y yo no soy oscuridad cálida, nostálgica y melancólica. Te acogerá en este camino a tus remordimientos, ese sentimiento tan banal y mortal es tu sentencia a esta eternidad llena de compasión a ti mismo, al mal camino que llevo tus elecciones. Espera!... Aun puedes despertar y alejarte de esa luna de plata o venir conmigo por un camino sin regreso?
Despertó sintiendo diferente, su mirada era distinta, su manera de expresarse, ya ella no existía en esencia y vida, era un poco más fría, soberbia, sabia, apática, cuidadosa y sobre todo…
Ella ya no era la misma.