Todos los días igual, la misma hora,
los mismos recorridos, seguimientos,
los mismos niños en la misma ágora
jugando con los mismos reglamentos.
Paseo siempre con el mismo viento
pues noto que a mi él me reconoce,
cada paso besándome el aliento
y rozándome con su mismo roce.
El paisaje es el mismo y solo el tren
de vez en cuando surge y raudo pasa
saludando con su típico vayven
en tanto que a la sombra va y abraza.
Cada paso que doy voy anotando
en el debe y haber que hay en mi vida,
cada impulso que doy, balanceando,
cada suspiro una emoción sentida.
Y en medio de este mar tengo un amigo,
no sé si éste es naranjo o limonero,
mas sé que cuando paso habla conmigo
y cuando asoma el sol pone el sombrero.
Cuando ya mi paseo vespertino
no pueda realizar, es mi deseo
que planten una rosa junto a un pino,
las cosas que yo amo, en las que creo.
El pino que es recuerdo de mi infancia,
la rosa que yo admiro en mi florero,
de los dos disfruto su prestancia,
ambos son para mi el amor primero.
©donaciano bueno