Qué mejor que ser testigo
de la belleza, o la verdad
y ser parte de esa gran tormenta
que es el amor.
No olvides, hermosa señora
que el amor y sus flechas
hieren sin razón
los más dispares corazones.
Cuídate, entonces
de alguna saeta errada
que en el deslumbre de tus ojos
te atraviese el corazón.
Más si esto ocurre
no luches ni te niegues
que el amor es el camino
de la fatalidad y el destino.