Ráfaga de viento que se pierde en el horizonte.
Perfume a flores que ondula en el ambiente.
Aves en vuelo que parecen flotar en el cielo sereno.
El rocío acaricia sensualmente la rosa silvestre, la cual le agradece regalándole su fragancia celeste.
Un mágico colibrí va de flor en flor, alimentándose de una a una, ofreciendo su belleza, su primor.
El riachuelo cantarino ofrece su mejor canción. Melodía placentera en una perfecta entonación.
Pajarillos en la ramas, acompañan dulcemente al arroyo con sus estribillos. Unos en claves de sol, otros en la, el más osado en re, un lorito se atreve en mi, un cuervo en do, el petirrojo en suave fa.
Un cervatillo me mira curioso, asustado, nervioso. Quizás en el fondo se pregunta: ¿Ese bicho peloso…. será peligroso?
Mariposas variopintas se hacen presente. Danzan, sí, danzan acompasadas con la melodía silente del sol naciente. Medio paso, doble, vuelta, quien sube, quien baja, unas curvas, otras derechas… algunas se pierden en las rocas, en sus brechas.
Árboles que se saludan unos a otros, con respeto, con sosiego, sin prisas, mientras se dejan peinar por la tímida brisa.
Oigo el rumor de mil pasos que se avecinan. Admirado observo como pasa a mi lado un batallón de hormigas. Todas llevan un pedacito de algo, sea flor, corteza, hoja o miga.
Una liebre peina su traje, se rasca sus orejitas sin mi presencia percatar. Contemplo complacido su acicalar.
Dos cotorritas, a lo lejos, siento murmurar. Muy entusiasmadas las siento hablar, los hechos del día han de comentar.
Fresca natura que me rodea. Siéntome uno en tanta hermosura, solo me queda murmurar con ternura: “loado mi Señor por toda creatura, por esta inmensa natura”.
(DERECHO DE AUTOR. SAFE CREATIVE safecreative.org)