Nò la pidas que sonrìa al palpar de su vivir,
Y nò juzgues si la miras yà su rostro sin sonreír,
Si pretende no mirarte, nò la obligues a mirar,
Yà su aura y su mente se agotaron al pensar.
Una pena yà añeja, se esfuma a su quietud,
Decisiones escogidas al vaivèn de juventud,
Estremecen yà sus rosas y los pètalos al caer,
Bamboleando a la brisa, en un triste atardecer.
Sè gitano a la costumbre, y marino en soledad,
Valeroso en el deseo de pelear por la verdad,
Determinante como un rìo y constante como el mar,
Que la vida tiene encanto, si la sabes encontrar.