Yo hice lo posible, Señor, por obedecerte,
expliqué tu amor... pero no entienden;
me acusan de lujuria... me acusan de lascivia,
me acusan... como siempre.
Quien ya cumple más de cincuenta años
no tiene derecho a amar...
los jóvenes le huyen... y los de su edad
están más muertos que Colón...
y le dicen: ¡Viejo verde!
Yo no tengo la culpa si mi alma no envejeció
¡cómo la de todos ellos!
yo no tengo la culpa de entenderte, ¡Jesús!,
y de amarte... y que no me importe la muerte,
yo no tengo la culpa de nada...
a no ser de querer descansar
de ¡esta dolorosa suerte!