Como la ola que vagabunda va rodando sin saber
ni qué viento ni qué marea la tiró al azar;
mas corre incesantemente hacia las imponentes rocas,
y con todas sus fuerzas contra ellas vase a reventar;
para así con su último aliento, las arenas doradas
de su playa esperándole, con su alma irlas a coronar.
Así aguardo yo: que me reveles tan solo un motivo
por el cual permitiera que mi amor sea tu cautivo.
Marco \'14