Tengo que decirle adiós a tus puertas cerradas, y a tus ventanas entre abiertas.
Tengo que decirte adiós a las puertas que cerramos, a las que nunca abrimos, a las que no se abrirán.
Tengo que decirle adiós a tu boca cerrada, a tu palabra desierta, a tu caricia lejana.
Y no hay nada de malo en ello.
Asi son las cosas en estos días quietos,
en estos días fríos,
en estos días que tienen que ser, como son.
Y no hay nada de malo en ello,
en este dolor que siento, en esta desilusión.
Quiero irme, con el corazón expuesto,
en la alquimia del perdón.