El pintor va dejando su acuarela
en el níveo rostro de su tela.
Allí con su notable inspiración
va plasmando con alma y corazón
la magistral obra de la ocasión
que recoge su mágica expresión.
Una vez que la pintura está lista
sueña y sueña que el arte en él persista.
Pocos sabrán de sus noches en vela
ni de las horas de dedicación
que invirtió en la obra el afamado artista.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela