El alma se ha inventado los mitos
para poder decir lo inefable,
para poder explicar lo inexplicable.
Y se ha inventado los ritos para rendir culto a la belleza,
a nuestras vivencias más íntimas, más sagradas.
Por eso (dentro o fuera de las iglesias)
organizamos grandes fiestas:
necesitamos así sacralizar nuestros sentimientos,
nuestras emociones más entrañables (nacimientos, bodas, duelos…).
Y lo hacemos por todo lo grande, y públicamente.
Así son esos actos y gestos íntimos del alma;
íntimos, pero públicos y solemnes.
Así lo exige ella, el alma.
Así es la magia sagrada de toda celebración:
sacralizamos el tiempo, el hoy y el ahora;
celebramos un pasado, un gran amor,
un duelo eterno, un gran dolor
que nunca mueren.
Mito y Rito son pues las dos grandes metáforas del alma:
“root metaphors” (metáforas-raiz),
(así las llama James Hillman).
Así es el alma; ella se ha inventado los templos,
las mezquitas, las iglesias, las catedrales
y todos los lugares sagrados de culto.
Ella es fuente, fuente de belleza.
Y de ella surgen todas nuestras metáforas, nuestros poemas,
nuestros íntimos amores,
nuestros mitos y nuestros ritos:
Para trans-portarnos y revelarnos así el rostro de lo sublime.
Nuestras “metáforas-raíz” nos exigen ritualizar,
ritualizar a lo grande,
hacer la gran fiesta de nuestros cinco sentidos:
por eso nos vestimos con nuestras mejores galas,
porque nuestros ojos necesitan celebrar lo invisible.
Ensalzamos nuestras voces con cánticos del alma,
con versos y cantos a los dioses,
esos dioses que moran aquí,
dentro de nosotros;
porque necesitamos oír lo inaudito; necesitamos su palabra;
simbolizamos el fuego del alma encendiendo incienso,
esencias aromáticas, sagradas,
porque el olfato del alma así lo exige;
bebemos y comemos deliciosos manjares,
porque el gusto del alma es exquisito y exigente,
y así lo quiere ella;
y bailamos, nos besamos,
lloramos de alegría y nos abrazamos
porque el tacto es la carne, el rostro sagrado del amor.
Así de grande es el rito;
así son los ritos de nuestros mitos más entrañables,
así de bellos son los cinco sentidos del alma.
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