Te vi partir,
y no hice nada,
la quietud de la tarde me dominaba,
te vi partir,
divina muchacha de Abril,
y en cada paso que dabas,
pedazos de mi corazón te llevabas,
soledad que ya me castiga,
y no perdona mi desdén,
ansiedad por saber dónde estás,
y que ha sido de tú vida,
nostalgias de aromas en familia,
ahogan con lágrimas mi alma,
sabor amargo por conquistas perdidas,
caída sin final de mi corazón en pena,
impiadoso vendaval se llevó mis sueños,
es mi tesoro quien ha partido,
ayer en mis brazos estabas,
hoy solo tengo un doloroso vacío,
que hace llorar las cuerdas de mi guitarra,
ha perdido la voz el cantor,
el vuelo de una paloma blanca,
haciendo giros en el aire,
me recuerda la elegancia de tus zambas,
el perfume de las flores,
vírgenes como la claridad de tus ojos,
penetran hasta mi corazón,
como símbolos de esperanzas,
te vi partir,
divina muchacha de Abril,
y no hice nada,
nada,
nada.
Víctor Bustos Solavagione