Soneto # 2
MUSA SEMPITERNA
Basta escuchar el cándido oleaje
del solitario mar y ver las olas
chocando con las piedras del paisaje
en una tarde de ilusión a solas.
Acariciar en perfumado anhelo
los rizos de una flor enternecida
o en la pradera y con la vista al cielo
hallar mi estrella en los abismos ida.
Y basta, pues, de los serenos ojos
de mi amada una luz llegue a mi pecho
y surjan de las cuerdas de mi lira
albores musicales en manojos.
O bien sentir mi corazón desecho
Para decir gozoso: Dios me inspira.
Marcos H.