Mis penas
son como piedras...
hundidas en la mar
de tu indiferencia,
pesar abierto
inmisericordemente....
en el pecho desnutrido
de la espera,
una cortina de agua
baña silenciosamente
los puñales
que no sangran...
mientras
mi corazón
se desprende tenue,
entre lirios...
y azucenas deslazadas,
por la gloria...
impenitente de mi abrazo.