CIUDAD INCONSCIENTE
Toda la razón, sí, es así, pre-juiciosa y de doble moral, pero lo he visto en otras ciudades también ; es el correr de los tiempos el que tiene a sus habitantes así;
ya no se detienen a contemplar detalles del diario vivir, una pequeña flor abriéndose paso entre el asfalto y el cemento cambia el cómo se ve la calle,
un árbol torcido que con su copa vierte sus hojas sobre el techo de una casa de ladrillos y cal; sí, mucha gente ha perdido su \"Ajayu\" y ese vacío lo ha llenado con
materialismo y la \"pilcha\", la facha ostentosa que deslumbra, el \"autito\" último modelo por el cuál suspiran las \"minas\" sin rumbo, princesas de trapo, maquilladas con la ignorancia de sus egos; cebados por \"likes\" en sus \"selfies\" de lolitas,
que engrandecen sus YO de helio; frágiles, cual balón que flota como el humo que exhalan en las fiestas donde se exhiben como en la vitrina de una carnicería;
los tabúes a puerta cerrada de sus desinteresados y grises padres, que sólo piensan en librarse de ell@s o de la \"cargosa\" mujer que l@s engendró; para por fin poder salir a divertirse nuevamente con chiquill@s que igualan en edad a sus crías; los \"encorbatados y ensacados\", proletarios que llevan esa flecha apuntando a su falo, o \"el conjuntito fashion\" con el cual son medidos y miden.
Una jungla de concreto, ladrillos y polvo, que cubre como niebla los sueños e imaginación de aquellos que nadan en las nubes rasgadas por los techos de los rascacielos; cortados profundamente como los corazones de los artistas, quienes intentan cubrir ese mar gris con gotas de color, sus fluidos pasionales de 11 y cuarto de la noche; su roja sangre de heridas sin coagular.
Seres libres en espíritu, usan su mente para atravesar los barrotes de un paso cebra; músicos que acurrucan las luces del semáforo con notas marcadas por el compás de las bocinas y los gritos de borrachos y voceadores de \"minibus\"; malabaristas de esquina, a la espera de sus clientes, cobrando en metálico los segundos en que absorben con una bombilla el batido multivitamínico y encefálico de conductores y transeúntes, mermando o aumentando el stress y el stretch de estos entes que viven al ritmo de un jazz urbano sin ton ni son; esperando abrigarse de esta noche frígida entre las piernas de su escritorio, haciéndole el Amor a una sociedad virtual a través de una pantalla LED, saciándose con información y digiriendo imágenes enlatadas que diezman su propia imaginación, pensamientos y sueños.
Ese es el ayer de muchos, quizás el mañana de otros más,
pero tú y yo existimos hoy, haciendo la diferencia,
besándonos con letras, entre carbón y temperas.
Lobo Lobito - (E. Omiste)