Cuando alze el grito
la mano de obra.
Se estremecerán
las fábricas
y la bolsa.
Serán más tristes los hospitales,
será la tierra fértil un cementerio de raíces muertas,
habrá pánico de suciedad.
Enterrará la oposición
su cabeza de avestruz.
Si dejaran de obrar
esa ola de puños cuarteados
la mansedumbre de almas sucias
las ojeras donde se amontonan las horas
los pies rasguñados por las uñas de las aceras.
Crepuscularán las ganancias.
Los dueños de corbata
los que atentan la piel madura
se llevarán la noción
del sabor a polvo en la mañana
el vacilar de la saliva en la garganta
la sinsazón de un lunes verdugo.
No hay abril en los almacenes de avaricia
y en los depósitos de ancha codicia
sólo hay agostos.
No pregunten
si decide la mano de obra
en cruzar los brazos
o peor
sacudir la tierra
porque tal vez esto termine
siendo una
hecatombe económica.