Fibras íntimas que se tensan con las pasiones.
Suave brisa de un pasado remoto que regresa mañanero.
Pies cansados, agotados de caminar por el sendero existencial. Descansan y siguen la ruta, no se pueden detener, ya que el tiempo corre entre los dedos como la arena de una playa solitaria.
Manos que acarician, estrechan, apresan, corrigen, aman….que se convierten en alas que permiten surcar, en apacible vuelo, horizonte remotos, desconocidos, lejanos.
Ojos de mirada intensa capaces de reconocer, contemplar y apreciar la belleza, de captar las emociones. De reír con quien ríe y llorar con quien llora. Ríos pacíficos que de vez en cuando se desbordan abonando las riveras de los sentimientos. Capaces de otear el futuro viviendo el presente.
Pecho generoso, amplio, fuerte. Puerto seguro donde se puede reposar después de un largo viaje, capaz de recoger cada lágrima, cada suspiro, cada lamento, bajo el suave compás de mi corazón palpitante.
Brazos capaces de proteger y ser cobijo en la noche fría, cargada de soledad. Expresión profunda de entrega total, sin reservas, incondicional. Capaces de alzar tu peso llevándote a un lecho seguro, a parajes tranquilos a jardines serenos.
Hombros fuertes forjados por el dolor, el desprecio, el rechazo. Dispuestos a compartir el peso del vivir haciéndolo más llevadero y esperanzador.
Oídos afinados por los diversos sonidos del existir, dispuestos a escuchar pacientemente, siendo sostén y comprensión, atentos a cualquier variación que exprese tu profundo sentir.
Voz, palabras, en sintonía perfecta con el pensamiento. Susurro, grito, silencio. Sostén, ánimo, fuerza en los momentos de debilidad. En su sinceridad antiséptico que lava las heridas infectadas por el autoengaño. Verbo, expresión profunda de mi existir.
Navega plácidamente mi pensar en las aguas profundas de mi ser. Mi estrella polar eres tú. Guías mi viajar esperándome pacientemente. El tiempo de llegar y estaremos juntos eternamente.