Al contemplar esta noche en las estrellas del cielo
Esos secretos misterios que se esconden en el tiempo,
Aquellas señales crípticas, ese principio en silencio,
Soles de incierto futuro, ojos con signos de fuego,
Yo le pregunto al espacio, con un lenguaje muy viejo
¿Qué nos depara el ocaso de este tan gélido invierno?
¿Qué será de nuestra vida, cederá al fin nuestro cuerpo
A estas heces de miseria, de enfermedad y de miedo?
El del caballo tan pálido, con su fúnebre letrero,
Me miró muy fijamente y con una voz de trueno
Me contestó: -Todo es rueda, una serpiente es el cielo,
Después de cada Pralaya, que pasa como un momento,
Surge nuevo Manvatara, otra escalera de miedo;
Donde aquel ser inseguro, ese Adán tan sediento
Busca en los labios de su Eva, de ese fruto, el misterio;
Y cede a la tentación, pierde aquel Edén primero
Y es condenado al trabajo; ella al dolor y a los ruegos
Nunca podrán ver a su Hijo, sobre el agua, muy sereno
Sino en cruz y en agonía, entre ignorantes y ciegos;
De su prisión surgirá, ángel caído y soberbio
Y otra vez gobernará con engaño, por apegos
A los bienes materiales, a la lucha y al infierno:
Ese es el sino del hombre ignorar el universo
Para perderse en minucias por renunciar a lo eterno…