Inundaste de flores mi jardín,
y me hablaste en suspiro sutil,
quebrantando el invierno intenso,
que se apoderaba de mis sueños.
Llenaste de ríos mis caminos,
para que fluyera libre el agua.
Para que con su fluir se llevara,
mis tristezas ya desarraigadas.
Pasó un alcaraván,
cantó una paraulata,
y bajo las palmas del llano,
se escuchó tu serenata.
Con sonido de arpa, cuatro y maracas,
fuiste llenando mi corazón.
Ya no puedo sentir más la tristeza,
de un coleador solo en la manga.
Porque todo lo llenaste,
porque no me abandonaste,
porque en este llano inmenso,
me llenaste de recuerdos.
© Mayo 2015