Si este es el castigo
de mi realidad desierta
lo acepto; la sensación oscura del querer,
pero sin lograr sentir,
si son las idas y venidas
de mi soledad abominable
en el pasado de quien
pregunta el ¿porqué? de vivir.
Ya no hay luces en los árboles
ni olas que acaricien mis dedos,
tampoco palabras dulces
que salen de mi propio ser.
Solo hay dudas, dudas y más dudas
que transitan por el aire
cuando lloro desnudo
recordando las alegrías del ayer.
Veo pasar el tiempo
en el asiento trasero del amor,
mi lecho ya ha perdido toda la fuerza
del amar sin medida o razón,
las palabras ya no son versos
por tener la sensación
de que mi sentido tiene un propósito
ante lo que hoy mi sentencia me dejo.
Mil millones de gotas
me sonríen cuando llueve
y me hablan de paciencias,
de tiempos y de atajos
cuando yo no veo más
que temblores en mis manos
y apariencias que no son de nadie
porque nadie las quiere ver.
Sabes que lucharé,
que lucharé hasta que muera
con los versos nacidos
de lo más profundo de mi ser
y abriré los brazos
sintiendo el latir de las cosas,
en la embriagadora tormenta
del libre sentimiento
que pudiste sentir.
Y vendrán ciegas
las palabras ignorantes
recordando los susurros
desquiciantes del dolor
y mis lágrimas se volverán
perpetuas e invisibles
cuando me dobleguen
las temerosas sombras
del olvido y el desamor.