Ilusiones forjadas ante la pasión,
formaron un rojo y candente corazón ,
pretendiendo la miel y la dulzura,
de un amor ardiente inconmovible.
Una vez más herido fue,
pues la desdicha de la injuria sufrió,
despertando al dragón cruel,
que un día aterró a este ser.
Entumecidos mis brazos se han tornado,
de pánico insolente son atados,
mis viseras enferman temerosas,
de sufrir el dolor de la prisión.