Darío Ernesto

Eterna Noche

 

En vuestras almas, en cada aroma, titila esperanza

En  la hermosa flor, en cada pétalo aun

La flora silvestre, desborda pujante energía

¡Oh  mujer delicada, fuerza de los mares, agua cristalinas!

En amor me concibió mi madre, me albergo aun,

En las frías noches de otoño,

Y recibí las caricias de las suaves manos de una niña

Pues en su matriz me dio todo su amor, sus ansias, la fe.

¡Oh pobre del hombre maduro, sin su vientre!

Como un navío errante, en algunas noches como esta

Mi alma se hunde como una pesada ancla

En lo insondable de la vida, en lo recóndito del sueño profundo

Como un letargo sereno, infinito de paz

Lentamente, pausadamente, como un fuego

La llama se extingue en la noche silenciosa

Quedaran  brazas debajo de las cenizas

Es que pausadamente  el  espíritu cesa

Al caer la pesada jornada, buscan el cuerpo y alma

Cerrar los ojos, llenos de incertidumbre.

Sin prisas, sin la pálida dicha,

¡Oh cuan vacía esta negra noche, late el corazón amigo!

Dándome golpes, suspirando lentamente, acompasadamente

Muere en silencio, este otoño de mis nostalgias

Siendo cautivo mi ser, de tan magnífica vida

Vida de la vida, hijos de los hijos

Y  poco a poco muriendo en mi piel, en mi follaje

Y ellos tiernos, en la senda, que infinitamente

Dios nos ha dado, talentos en pequeños

Latientes corazones.

Nuestros seres amados.

 

Autor; Darío Ernesto Muñoz sosa