No hay mejor lugar que este lugar
El espacio de acogida que te ofrezco
está lleno de hojas que se caen,
de barcos que no tienen horizontes
de llaves cuyas puertas ya han ardido.
El espacio de acogida que te extiendo
es como un puente en medio de la niebla,
no te aseguro nada al otro lado,
pero se ve brillar mi mano abierta
y en el espacio intermedio hay mil relojes.
El espacio que ofrezco es el del día
con todas sus miserias y milagros,
con todos sus rincones sin arreglo,
con toda su ilusión de que te quedes,
de que puedas convenir en que esto es tuyo,
en que puedes traer toda tu propia vestimenta
y juntos decorarnos de alegría.
El espacio que te ofrezco no es un sueño,
es pura realidad en que me muevo,
tenemos que aliviar tantos dolores
que el poner dos cojines no me alcanza,
que el fingir que todo es justo es un engaño,
que todo lo sabemos es un cuento,
que el servirte un café no es suficiente
cuando después te irás a un cuarto donde hay hambre,
cuando después me iré a una noche en que vagamos solos
y nadie lo sabrá, ni tú ni yo ni todos los terrestres.
El espacio que te ofrezco no es ni mío,
apenas, como tú, soy un viajero,
alguna vez oír del mar las olas
y desde entonces creo que cantan por nosotros,
que por nosotros vienen, para alzarnos
en la lengua de toda su bondad ya luminosa
y de su paz inmarcesible, vieja y simple como el tiempo.
El espacio de acogida es pues el mundo,
con tácitas derrotas, con impulsos
de diario claudicar y errar a gritos,
con toda la maldad que te imagines,
con todo el resplandor de lo que muere,
pero, a la par, con todo el testimonio
de tanto que nos llama y nos sostiene,
desde el pequeño amor que nos conoce desde siempre,
desde este espacio azul en que por fin cruzas la puerta.
Sé siempre bienvenido, ya tendremos
más tiempo para hacer que todo cambie,
por hoy quise escucharte y que me sientas de tu lado,
por hoy desde mi guerra quise hallar la tregua
en que sentarnos y hablar hasta de amor, mientras de lejos
se oyen balas, mientras de cerca pasa el sol,
el pecho herido, ajado el rostro, mientras,
sentados en la luz, tú y yo por fin nos conocemos.
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21 05 15