Desde el balcón del hotel donde alojado estaba
En un pueblo anclado a las márgenes del Magdalena
Contemplaba el rio, En una tarde cálida y serena
La escena del sol que se escondía en el poniente
Y el navegar de piraguas me embriago de poesía
Vi el volar de gaviotas como buscando el nido
Y el bullicio de la gente que caminaba en el puerto
Se fue apagando de apoco mientras llegaba la noche
Para dar paso a la luna que con su luz trae la alegría ante la excelsa quietud
Mientras contemplaba el rio y los ensueños de la luna.
Se me inundo el alma con la angustia de la soledad
Quebrantando el corazón con un deseo de llorar
Pero muy esperanzado en que los días avancen ¡para poder llegar!