Ya no colecciono fotos antiguas,
ni sueños, ni heridas
ya no guardo páginas de calendarios con fechas perdidas
ya no me inspira el silencio, ni el susurro del viento.
Ahora paso el tiempo contando estrellas,
seleccionando las más bellas, las que no son fugaces,
las que se quedan para siempre,
las que ni el día apaga.
Las vigilo sigiloso desde mi ventana,
hasta que me sorprende la mañana, hablando con ellas.