Ahora tú regresas entre humo blanquisco y tormenta.
Alegría de mil caras y de lenguas extrañas.
Secas la laguna multiforme, desertica entonces
tus pestañas golpean las holas de polvo.
Ahora tú máscara ausente, que no es primavera
la pupila del equilibrio evanescente
fija, fijada en medio de una sustancia esparcida
de un color negro, aún más negro todavía.
Ese color se involucra entre los dedos de tus pies.
Subió hasta tu gargabta, entró en ti sin tregua.
Te amarró la lengua con sus hilos oscuros
y tramó sin hacerte daño, hacerte mía.
Ahora tú condescendiente a la fatiga
abierta entre el sonido flamenco y la flaqueza.
Despiertas y te miré sin alerta
muy por debajo del símbolo de tu caracter.