Cuando el poeta nace, nace un sueño
para cantar. Las flores y jardines,
rosas doradas, pálidos jazmines
cubren airosa el alma.
El verde leño
de nuestra hoguera enciende, brilla, humea
y un festival de luces se aposenta
en la cocina del amor. No cuenta
el humo negro de la chimenea.
Árboles yertos, nubes en el cielo
acompañando el fruto del anhelo
y brilla igual la noche con el día,
son ambas una sola melodía,
no dejan de roer el mismo velo:
el velo casto de la poesía.