El deseo que los momentos no se acaben nos hacen disfrutarlos.
Sabemos que dejarán de existir,
pero nos aferramos a ellos queriendo que sean eternos.
Como si cada segundo fuese solo un espectador
que disfruta con la trama
a través de un tic tac amenazante
e hipnotizador.
Si no se acabaran los momentos
esos deseos desaparecerían,
seríamos conscientes
que no habrá tiempo para anhelos,
y las ganas de lo eterno serán banales
con recuerdos de un valor escaso.
Si no se acabaran los momentos
nos aburriríamos,
y todos los segundos serían iguales
unos con otros
con un tic tac constante
y monótono.
Es necesario estar juntos,
pero mas necesario es extrañar.
Si esta noche no te echara de menos
entonces no querría soltarte
cada
vez
que
esté
junto a ti
Y le pida a Dios
que nunca
te vayas,
para no tener que extrañarte
una vez más.