Esa muchacha me derrite el alma
y no hablo de fugaces pensamientos
hablo de arenas y de sal y espuma
de olas que me envuelven y se funden
sobre mi áspera epidermis
Hablo de voces vivas y cantos de alabanzas
de ecos repentinos que me acogen y levantan
por sobre torbellinos con olores azules
y colores transparentes
Hablo de sangre circunvalando el cielo
y un corazón iluminando el día
sobre campos de flores como labios
que sólo se preocupan de besar la brisa
Hablo de ella de ella de ella de ella
por si no han entendido de ella hablo
repetida mil veces en mis versos
interminable amor que no me alcanza