NANA
Alondra de los ocasos,
El sueño rondando viene
Por un camino de seda
Con rosales y claveles.
Suspiros de mi garganta
Escapándose del pecho
Te arrullan como palomas
Y encuentran sitio en tu frente.
En recodos de las sombras
Coros de ángeles se sienten
Cantando sus dulces cantos
A tu inocencia que duerme...
Y tus párpados de nácar,
Sellados pozos de almendros,
Guardan en sus celosías
Dos abanicos celestes.
Su soñar de caramelos
La luna portando viene
Y al mirarte te ha dejado
Un blando vellón de pieles.
Y se hace de agua mi lengua,
Y mi voz se vuelve mieles
Al ver mi niño durmiendo
Su risa de cascabeles.
-Niño, déjame acunarte
No es preciso que despiertes,
Que se demore la aurora
Aunque se muera por verte.
Que yo tengo para tí
Dos cuencos de tibia leche,
Y no ha de quitarte el día
Lo que mi sangre te ofrece.
Replegado queda el sol,
Las estrellas retroceden,
Guarda la luna candiles
Luces de pálida nieve.
¡Mi niño, duerme, mi niño,
Que los albores esperen!
¡Mi niño, sueña, mi niño,
Que mis brazos te sostienen!
Hogaza de tibio pan,
Ensenada de mi vientre.
Mi niño, duerme, mi niño,
Que mañana he de tejerte
Escarpines y mantillas
Tan blancos como la nieve.
Viene asediando a mi canto
Este cansancio que duele
Y el sudor de mis fatigas
Para robarse tus mieles.
Duerme, mi niño, en tu cuna,
Que tu madre no se mueve,
Aunque en las sombras, llorando,
De vergüenzas haga leche...
Que no perturben tu sueño
Esos rumores que muerden.
Que la albura de tu cuna
Ni se compra ni se vende.
Cristina Cammarano
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